Los estudios IEMPSA se vistieron de gala en 1968, para el encuentro con la más distinguida, profunda, sensible y enorme compositora de nuestra música criolla peruana: Chabuca Granda. 

No puede haberse grabado en una época tan prodigiosa y perfecta como los 60’s donde la explosión musical en nuestro país pasaba por uno de sus mejores momentos, tanto así que ingenieros de sonido ingleses serían los encargados de la grabación con una consola traída directa y especialmente desde Inglaterra para que pudiéramos escuchar probablemente uno de los mejores discos grabados de Chabuca en su carrera. Incluso, mencionaban que The Beatles usaba la misma consola para mezclar sus temas. Palabras mayores para la época.

Hacer un post acerca de un disco de mi personal admiración, siempre implica ponerle algo de emoción a las palabras, pero con este en particular, existe un vínculo mucho más fuerte que los discos que previamente he reseñado y les voy a explicar por qué. 

Primero, porque este es uno de los pocos, – sino el único – que pudo hacerme llorar (literalmente), no solo de emoción, sino también de tristeza, nostalgia, amor, desamor y felicidad. Y es que Chabuca tiene una fuerza interpretativa tan buena que sientes que hubiera vivido cada uno de sus temas. Aunque muchos critiquen su cualidad vocal, siento y pienso que ha conseguido una perfecta fusión entre instrumentos criollos y el jazz. No sé como definir lo que canta y toca, no sé si el género correcto sea música criolla, no lo sé, lo único que sé es que este disco en particular me ha movido más de lo que cualquier otro haya podido en su momento. Y aún lo sigue haciendo cuando decido volver a él.

Empezamos este hermoso recorrido con un tema exquisito: La Valse Creole, en donde nos invita a cantar en francés, idioma que ella manejaría de manera excepcional, y es que de alguna manera, nos demuestra también que ningún idioma se casa con la música.

Ese Arar en el mar, es una confesión, una manera de contarle al mundo y agradecer por la vida, por esa sensación de haber sido alguien, de haber disfrutado; la nostalgia del adiós.

Se sabía que Chabuca mantenía una cercana relación con Cesar Calvo, de la cuál no se tiene muy claro si había algo más que amistad, pero se sabe también que del fruto de la misma, nacería el tema: Un Barco Ciego. Aunque Cesar mencionó en algún momento que él solo aporto unas cuantas palabras, que el crédito es de Chabuca, pero nunca sabremos exactamente la complicidad que hubo entre ellos durante la composición del tema.

También se evidencia un profundo respeto por el joven y talentoso poeta peruano Javier Heraud, quién perdiera la vida en la margen del rió de Madre de Dios a consecuencia de su ferviente convicción política y social cuyas consecuencias mas allá de su absurda muerte, muchos artistas le rindan homenaje. Chabuca, por su parte escribiría dos hermosos temas: “El fusil del poeta era una rosa” y “Las flores buenas de Javier“.

Sin lugar a dudas este disco llegó para pincelar con un color más este cuadro musical del que estamos, creo yo, todos admirados. Chabuca no solo aportó rítmica nueva y una lírica profunda, poesía y sazón, sino que además llevo con gran garbo el nombre del Perú a cuanto país visitara. Encontrarle una emoción, un sentimiento o traducir lo que se siente el escucharlo, es casi imposible. La música criolla peruana tuvo en su voz, una emperatriz, una reina de cuyas venas nacieron los versos mas hermosos y las emociones más profundas. Existen muchos otros temas dentro del disco que merecen nuestra total atención.

Y este disco, es uno de los pocos que la tiene, de principio a fin.

01 – Le Valse Creole

02 – Ese Arar En El Mar

03 – Un Barco Ciego

04 – El Fusíl De Un Poeta Es Una Rosa

05 – En El Ala Del Tiempo / Conquistador

06 – María Sueños

07 – Pobre Voz

08 – Vértigo

09 – Alfonsina Y El Mar

10 – Paracutá / Para Cantar

11 – En La Grama

12 – Volveré

13 – Las Flores Buenas De Javier

14 – Chiquillín De Bachlín

15 – Mañana Will Be Tomorrow